Decenas de policías y soldados marroquíes tomaron por asalto esta madrugada un campamento de saharauis que exigen al gobierno de Marruecos mejores condiciones de vida en el territorio del Sáhara Occidental –cuya indepenencia reclama el Frente Polisario desde 1976–, lo que desató una batalla campal que arrojó un saldo preliminar de 13 muertos y cientos de heridos.
La operación de las fuerzas de seguridad –apoyadas por equipos de bomberos– fue lanzada horas antes del inicio de una ronda de conversaciones informales en Nueva York entre miembros del Polisario y representantes de Rabat, que desde 1992 ha saboteado la realización de un referendo que permita a los saharauis occidentales determinar si constituyen un nuevo Estado con reconocimiento internacional o se mantienen como parte de Marruecos, que se anexó la ex colonia española en 1975.
Los contingentes policiales irrumpieron cerca de las siete de la mañana y lanzaron agua a presión para desmantelar las tiendas de campaña que los saharahuis levantaron el 19 de octubre pasado en el sitio conocido como Gdaim Izik, a 18 kilómetros de El Aaiún, capital administrativa del Sáhara Occidental, donde el gobierno de Marruecos ha realizado campañas de poblamiento y explotación de recursos naturales, a pesar del diferendo con la República Árabe del Saharaui Democrática, reconocida por unos 80 países en el mundo.
Había unas 20 mil personas
En el campamento había unas 20 mil personas en unas ocho mil tiendas, según autoridades marroquíes y reportes periodísticos, pero de acuerdo con el Frente Polisario había 28 mil saharauis que realizaban la mayor manifestación de protesta en cuatro décadas, en un intento por llamar la atención de Rabat sobre la precariedad de sus viviendas y servicios públicos, y de las escasas oportunidades de empleo.
Los primeros reportes sobre el desalojo indicaron que 12 civiles y tres elementos de las fuerzas públicas murieron en enfrentamientos. Según medios de información españoles, los saharauis golpearon a los uniformados con palos y piedras, bloquearon carreteras e incendiaron automóviles e inmuebles ubicados en la zona.
“La situación fue horrible. Atacaron a la gente del campamento; a mujeres y niños y ancianos. Nos defendimos lanzando piedras a los gendarmes y policías cuando irrumpieron en el campamento”, dijo a la agencia Reuters uno de los saharauis del campamento.
Tras la ocupación de Gdaim Izik, decenas de saharauis se trasladaron a El Aaiún para expresar su rechazo a la movilización de las fuerzas de seguridad marroquíes, lo que propició nuevos choques con los uniformados que derivaron en la muerte de otro civil, lo que elevó la cifra total a 13 decesos.
Previamente, el Frente Polisario, al denunciar el operativo “aéreo y terrestre” contra el campamento, había informado de la muerte de un hombre de 26 años, y más tarde voceros de la organización confirmaron en Madrid que la cifra de fallecidos en Gdaim Izik era de 12 civiles, más el de El Aaiún, así como cientos de heridos.
El representante (wali) del gobierno marroquí en El Aaiún, Mohamed Guelmus, informó que la decisión de enviar a “la gendarmería y fuerzas auxiliares” tuvo la intención de “poner fin a una situación en la que se han agotado todos los medios de diálogo”. Una fuente del gobierno marroquí dijo a la agencia Reuters que los uniformados ocuparon el campamento amparados en una orden judicial.
El gobierno marroquí indicó que además de sus cuatro efectivos fallecidos, otros 70 resultaron heridos en los choques, y se detuvo a 65 saharauis.
Desde Argel, el líder del Polisario, Mohamed Abdelaziz, pidió a la Organización de Naciones Unidas el envío inmediato de una misión del organismo a El Aaiún “para garantizar la seguridad y los derechos de ciudadanos saharauis frente a la brutalidad y la violencia de las fuerzas de ocupación marroquíes.
“Esto es una declaración de guerra, una ruptura unilateral del alto el fuego”, pactado en 1991 con impulso de la ONU, afirmó a su vez Bucharaya Beyun, representante del Polisario en España.
La defensora de derechos humanos saharahui, Aminatu Haidar, a quien recientemente el gobierno marroquí negó el ingreso al Sáhara Occidental, dijo que el desalojo violento del campamento de Gdaim Izik muestra que “el régimen marroquí quiere una guerra civil entre saharauis y marroquíes”, y consideró que el balance final de muertos y heridos “seguramente” será más elevado que el señalado en los reportes de este lunes.
La instalación del campamento había pasado inadvertida para las agencias internacionales de noticias hasta que se suscitó la ocupación policial de hoy.
El conflicto entre el Polisario y Rabat también es frecuentemente ignorado por los medios internacionales, mientras la Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referendo en Sáhara Occidental desempeña un papel de escasa visibilidad y trascendencia, pese a que fue instalado desde 1991 por mandato de una resolución del Consejo de Seguridad.
El territorio de Sáhara Occidental ocupa unos 250 mil kilómetros cuadrados escasamente poblados, donde hay reservas de fosfatos que se emplean para hacer fertilizantes. Las costas cuentan con caladeros que facilitan la pesca.
La construcción de un muro de dos mil 500 kilómetros –custodiada por miles de militares marroquíes para repeler ataques guerrilleros del Polisario en la década de 1980– ha sido señalada en repetidas ocasiones como la causa de violaciones a derechos humanos de saharauis.
El diálogo entre el Polisario y el Estado marroquí, encabezado por el rey Mohammed IV, comenzó en 2007 bajo los auspicios de la ONU, pero después de cuatro rondas de negociaciones no se ha logrado destrabar el proyecto de referendo. En la última cita, en marzo de 2008, las partes pactaron volver por quinta vez a una sesión donde se fijen acuerdos, pero las pláticas informales que se han realizado hasta la fecha no han definido las bases del regreso a la negociación.
La operación de las fuerzas de seguridad –apoyadas por equipos de bomberos– fue lanzada horas antes del inicio de una ronda de conversaciones informales en Nueva York entre miembros del Polisario y representantes de Rabat, que desde 1992 ha saboteado la realización de un referendo que permita a los saharauis occidentales determinar si constituyen un nuevo Estado con reconocimiento internacional o se mantienen como parte de Marruecos, que se anexó la ex colonia española en 1975.
Los contingentes policiales irrumpieron cerca de las siete de la mañana y lanzaron agua a presión para desmantelar las tiendas de campaña que los saharahuis levantaron el 19 de octubre pasado en el sitio conocido como Gdaim Izik, a 18 kilómetros de El Aaiún, capital administrativa del Sáhara Occidental, donde el gobierno de Marruecos ha realizado campañas de poblamiento y explotación de recursos naturales, a pesar del diferendo con la República Árabe del Saharaui Democrática, reconocida por unos 80 países en el mundo.
Había unas 20 mil personas
En el campamento había unas 20 mil personas en unas ocho mil tiendas, según autoridades marroquíes y reportes periodísticos, pero de acuerdo con el Frente Polisario había 28 mil saharauis que realizaban la mayor manifestación de protesta en cuatro décadas, en un intento por llamar la atención de Rabat sobre la precariedad de sus viviendas y servicios públicos, y de las escasas oportunidades de empleo.
Los primeros reportes sobre el desalojo indicaron que 12 civiles y tres elementos de las fuerzas públicas murieron en enfrentamientos. Según medios de información españoles, los saharauis golpearon a los uniformados con palos y piedras, bloquearon carreteras e incendiaron automóviles e inmuebles ubicados en la zona.
“La situación fue horrible. Atacaron a la gente del campamento; a mujeres y niños y ancianos. Nos defendimos lanzando piedras a los gendarmes y policías cuando irrumpieron en el campamento”, dijo a la agencia Reuters uno de los saharauis del campamento.
Tras la ocupación de Gdaim Izik, decenas de saharauis se trasladaron a El Aaiún para expresar su rechazo a la movilización de las fuerzas de seguridad marroquíes, lo que propició nuevos choques con los uniformados que derivaron en la muerte de otro civil, lo que elevó la cifra total a 13 decesos.
Previamente, el Frente Polisario, al denunciar el operativo “aéreo y terrestre” contra el campamento, había informado de la muerte de un hombre de 26 años, y más tarde voceros de la organización confirmaron en Madrid que la cifra de fallecidos en Gdaim Izik era de 12 civiles, más el de El Aaiún, así como cientos de heridos.
El representante (wali) del gobierno marroquí en El Aaiún, Mohamed Guelmus, informó que la decisión de enviar a “la gendarmería y fuerzas auxiliares” tuvo la intención de “poner fin a una situación en la que se han agotado todos los medios de diálogo”. Una fuente del gobierno marroquí dijo a la agencia Reuters que los uniformados ocuparon el campamento amparados en una orden judicial.
El gobierno marroquí indicó que además de sus cuatro efectivos fallecidos, otros 70 resultaron heridos en los choques, y se detuvo a 65 saharauis.
Desde Argel, el líder del Polisario, Mohamed Abdelaziz, pidió a la Organización de Naciones Unidas el envío inmediato de una misión del organismo a El Aaiún “para garantizar la seguridad y los derechos de ciudadanos saharauis frente a la brutalidad y la violencia de las fuerzas de ocupación marroquíes.
“Esto es una declaración de guerra, una ruptura unilateral del alto el fuego”, pactado en 1991 con impulso de la ONU, afirmó a su vez Bucharaya Beyun, representante del Polisario en España.
La defensora de derechos humanos saharahui, Aminatu Haidar, a quien recientemente el gobierno marroquí negó el ingreso al Sáhara Occidental, dijo que el desalojo violento del campamento de Gdaim Izik muestra que “el régimen marroquí quiere una guerra civil entre saharauis y marroquíes”, y consideró que el balance final de muertos y heridos “seguramente” será más elevado que el señalado en los reportes de este lunes.
La instalación del campamento había pasado inadvertida para las agencias internacionales de noticias hasta que se suscitó la ocupación policial de hoy.
El conflicto entre el Polisario y Rabat también es frecuentemente ignorado por los medios internacionales, mientras la Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referendo en Sáhara Occidental desempeña un papel de escasa visibilidad y trascendencia, pese a que fue instalado desde 1991 por mandato de una resolución del Consejo de Seguridad.
El territorio de Sáhara Occidental ocupa unos 250 mil kilómetros cuadrados escasamente poblados, donde hay reservas de fosfatos que se emplean para hacer fertilizantes. Las costas cuentan con caladeros que facilitan la pesca.
La construcción de un muro de dos mil 500 kilómetros –custodiada por miles de militares marroquíes para repeler ataques guerrilleros del Polisario en la década de 1980– ha sido señalada en repetidas ocasiones como la causa de violaciones a derechos humanos de saharauis.
El diálogo entre el Polisario y el Estado marroquí, encabezado por el rey Mohammed IV, comenzó en 2007 bajo los auspicios de la ONU, pero después de cuatro rondas de negociaciones no se ha logrado destrabar el proyecto de referendo. En la última cita, en marzo de 2008, las partes pactaron volver por quinta vez a una sesión donde se fijen acuerdos, pero las pláticas informales que se han realizado hasta la fecha no han definido las bases del regreso a la negociación.
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