La pesca era un actividad que daba de comer a miles de familias de pescadores, pero con las restricciones de movimiento dispuestas por Israel la captura disminuye.
Lo mismo ocurre a los floricultores. Uno de ellos cultivaba claveles que eran el deleite de enamorados europeos. Gaza solía exportar 75 millones de flores a la Unión Europea (UE) antes del embargo impuesto a las exportaciones.
El movimiento en el puerto es reducido de día. Se ven pocos barcos en los embarcaderos de la franja de Gaza.
"Los peces esperan, pero los pescadores están obligados a mantenerse alejados", señaló Zaki Al-Habeel, de 33 años y con siete hijos. Sin embargo, se embarca poco antes del atardecer.
Al-Habeel tiene prohibido navegar mar adentro como antes. El límite son tres millas, pero ni siquiera se respetan, se lamentó.
Muchas veces, la marina israelí dispara cuando está sólo a una milla y media de la costa. Cada vez que salen a pescar, Al-Habeel y sus hermanos corren el riesgo de ser lastimados o de que les dañen sus equipos.
Desde hace una década, la marina israelí restringe cada vez más el acceso de los palestinos a las áreas de pesca, según un informe divulgado en agosto por la Organización de las Naciones Unidas.
El documento, realizado por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios y el Programa Mundial de Alimentos, señala que las autoridades israelíes privan a los pescaderos palestinos de 85 por ciento de las aguas jurisdiccionales que les corresponden por el Acuerdo de Oslo, suscrito entre Israel y la Organización para la Liberación Palestina (OLP) en 1993.
El informe también menciona que se dispara contra agricultores que labran su tierra que quedó dentro de la zona de contención dispuesta entre Israel y Gaza. Veintidós palestinos fueron asesinados y 146 heridos desde enero de 2009.
Los agricultores y los pescadores arriesgan su vida cuando entran a las zonas prohibidas.
"Tenemos que alimentar a nuestras familias", señaló Al-Habeel. La marina israelí disparó contra los tubos de combustible conectados a su barco. Tuvo suerte que no le dieran al pequeño tanque, que es muy caro y difícil de encontrar.
En agosto, un pescador de 22 años debió ser hospitalizado con heridas de bala. Quizá se pasó de las dos millas de costa, según sus compañeros.
La situación de los floricultores es igual de complicada.
Los claveles, vendidos bajo la marca Coral, fueron muy populares en Europa. Pero desde hace un tiempo la situación desmejoró.
Majed Hadaeid, un cultivador de claveles tuvo una situación muy complicada en 2008, cuando fue entrevistado por IPS.
Este año perdió el terreno de casi 13 hectáreas, donde producía entre 16 y 17 millones de claveles, al año, de 30 variedades y colores diferentes. El negocio le dejaba unos cuatro millones de dólares. Hadaeid está ahogado en deudas que ascienden a 1,5 millones de dólares.
Todavía hay una frágil esperanza.
La Campaña Europea para Romper el Sitio de Gaza anunció en julio que más de 9.000 personas se apuntaron para integrar otra "flotilla de la libertad" hacia Gaza. Tratan de reunir unos 130.000 dólares para enviar un buque de bandera irlandesa en este otoño boreal.
Hadaeid espera que los barcos procedentes de Europa ayuden a otros agricultores a sobrevivir. "Necesitamos a las flotillas para mantener la presión sobre Israel", señaló.
Los pescadores recuerdan con nostalgia aquel día de agosto de 2008, cuando llegó la primera flotilla, a la que se les unieron integrantes de The Free Gaza Movement (movimiento para liberar a Gaza) en sus propios barcos.
"Entonces pudimos adentrarnos hasta seis millas de la costa para pescar", recordó Al-Habeel.
"Aplaudo a esas comitivas", señaló la maestra Fatima Subhi, de 49 años.
Pero no siempre esas iniciativas tuvieron un final feliz. En mayo de este año, las fuerzas israelíes atacaron en aguas internacionales al barco Mavi Marmara, que navegaba bajo bandera turca, y dejaron a varias personas muertas, entre ellas un ciudadano turco-estadounidense.
En el pasado verano boreal aparecieron banderas de Turquía en casi todos los rincones de Gaza. "Derramaron su sangre por nosotros, así que nosotros llevamos su bandera en el corazón", señaló un comerciante que lleva una como camiseta.
También se vieron comercios con nombres como Marmara Restaurante, Café Estambul y otro de venta de cosméticos llamado sólo Estambul.
Samir Al-Ejjel tiene una tienda donde vende claveles. Armó un ramo al que bautizó Erdogan, en honor al primer ministro de Turquía, y colocó la bandera de ese país afuera de la florería.
El diario israelí Maariv informó la semana pasada que miles de activistas de naciones occidentales, de países árabes, e incluso ciudadanos israelíes, se preparaban para enviar una flotilla con 30 barcos a Gaza.
A Al-Habeel se distrae pensando que las personas que llegan por tierra y por mal son como los peces que solía pescar.
Otro pescador joven que estaba junto a él comentaba sobre la belleza de las mujeres que miraba. "Los israelíes no se atreven a dispararles a las europeas", dijo con una sonrisa.
"Esas flotillas nos dan esperanzas de que es posible proteger nuestros derechos, aun bajo fuego", añadió.
Los pescadores y floricultores solían recurrir a la UE en busca de apoyo. Pero terminaron recurriendo a la sociedad civil al no obtener respuesta. No pierden la esperanza de que para fin de año haya más peces en la mesa y claveles de colores en los mercados europeos.
Lo mismo ocurre a los floricultores. Uno de ellos cultivaba claveles que eran el deleite de enamorados europeos. Gaza solía exportar 75 millones de flores a la Unión Europea (UE) antes del embargo impuesto a las exportaciones.
El movimiento en el puerto es reducido de día. Se ven pocos barcos en los embarcaderos de la franja de Gaza.
"Los peces esperan, pero los pescadores están obligados a mantenerse alejados", señaló Zaki Al-Habeel, de 33 años y con siete hijos. Sin embargo, se embarca poco antes del atardecer.
Al-Habeel tiene prohibido navegar mar adentro como antes. El límite son tres millas, pero ni siquiera se respetan, se lamentó.
Muchas veces, la marina israelí dispara cuando está sólo a una milla y media de la costa. Cada vez que salen a pescar, Al-Habeel y sus hermanos corren el riesgo de ser lastimados o de que les dañen sus equipos.
Desde hace una década, la marina israelí restringe cada vez más el acceso de los palestinos a las áreas de pesca, según un informe divulgado en agosto por la Organización de las Naciones Unidas.
El documento, realizado por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios y el Programa Mundial de Alimentos, señala que las autoridades israelíes privan a los pescaderos palestinos de 85 por ciento de las aguas jurisdiccionales que les corresponden por el Acuerdo de Oslo, suscrito entre Israel y la Organización para la Liberación Palestina (OLP) en 1993.
El informe también menciona que se dispara contra agricultores que labran su tierra que quedó dentro de la zona de contención dispuesta entre Israel y Gaza. Veintidós palestinos fueron asesinados y 146 heridos desde enero de 2009.
Los agricultores y los pescadores arriesgan su vida cuando entran a las zonas prohibidas.
"Tenemos que alimentar a nuestras familias", señaló Al-Habeel. La marina israelí disparó contra los tubos de combustible conectados a su barco. Tuvo suerte que no le dieran al pequeño tanque, que es muy caro y difícil de encontrar.
En agosto, un pescador de 22 años debió ser hospitalizado con heridas de bala. Quizá se pasó de las dos millas de costa, según sus compañeros.
La situación de los floricultores es igual de complicada.
Los claveles, vendidos bajo la marca Coral, fueron muy populares en Europa. Pero desde hace un tiempo la situación desmejoró.
Majed Hadaeid, un cultivador de claveles tuvo una situación muy complicada en 2008, cuando fue entrevistado por IPS.
Este año perdió el terreno de casi 13 hectáreas, donde producía entre 16 y 17 millones de claveles, al año, de 30 variedades y colores diferentes. El negocio le dejaba unos cuatro millones de dólares. Hadaeid está ahogado en deudas que ascienden a 1,5 millones de dólares.
Todavía hay una frágil esperanza.
La Campaña Europea para Romper el Sitio de Gaza anunció en julio que más de 9.000 personas se apuntaron para integrar otra "flotilla de la libertad" hacia Gaza. Tratan de reunir unos 130.000 dólares para enviar un buque de bandera irlandesa en este otoño boreal.
Hadaeid espera que los barcos procedentes de Europa ayuden a otros agricultores a sobrevivir. "Necesitamos a las flotillas para mantener la presión sobre Israel", señaló.
Los pescadores recuerdan con nostalgia aquel día de agosto de 2008, cuando llegó la primera flotilla, a la que se les unieron integrantes de The Free Gaza Movement (movimiento para liberar a Gaza) en sus propios barcos.
"Entonces pudimos adentrarnos hasta seis millas de la costa para pescar", recordó Al-Habeel.
"Aplaudo a esas comitivas", señaló la maestra Fatima Subhi, de 49 años.
Pero no siempre esas iniciativas tuvieron un final feliz. En mayo de este año, las fuerzas israelíes atacaron en aguas internacionales al barco Mavi Marmara, que navegaba bajo bandera turca, y dejaron a varias personas muertas, entre ellas un ciudadano turco-estadounidense.
En el pasado verano boreal aparecieron banderas de Turquía en casi todos los rincones de Gaza. "Derramaron su sangre por nosotros, así que nosotros llevamos su bandera en el corazón", señaló un comerciante que lleva una como camiseta.
También se vieron comercios con nombres como Marmara Restaurante, Café Estambul y otro de venta de cosméticos llamado sólo Estambul.
Samir Al-Ejjel tiene una tienda donde vende claveles. Armó un ramo al que bautizó Erdogan, en honor al primer ministro de Turquía, y colocó la bandera de ese país afuera de la florería.
El diario israelí Maariv informó la semana pasada que miles de activistas de naciones occidentales, de países árabes, e incluso ciudadanos israelíes, se preparaban para enviar una flotilla con 30 barcos a Gaza.
A Al-Habeel se distrae pensando que las personas que llegan por tierra y por mal son como los peces que solía pescar.
Otro pescador joven que estaba junto a él comentaba sobre la belleza de las mujeres que miraba. "Los israelíes no se atreven a dispararles a las europeas", dijo con una sonrisa.
"Esas flotillas nos dan esperanzas de que es posible proteger nuestros derechos, aun bajo fuego", añadió.
Los pescadores y floricultores solían recurrir a la UE en busca de apoyo. Pero terminaron recurriendo a la sociedad civil al no obtener respuesta. No pierden la esperanza de que para fin de año haya más peces en la mesa y claveles de colores en los mercados europeos.
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