jueves, 5 de agosto de 2010

Atentado contra Ahmadinejad.


¿Granada de mano o petardo? ¿Intento de atentado o un simple malentendido? El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, monopolizó una jornada más la noticias de Irán, aunque esta vez por motivos diferentes a la ya tradicional crisis nuclear o los ataques verbales contra Israel. Una explosión «a cien metros», según las primeras versiones, del vehículo del dirigente ultraconservador encendió todas las alarmas, pero los medios del régimen se encargaron de acallarlas.
El incidente se produjo en la ciudad de Hamadán, a 335 kilómetros al suroeste de Teherán, a la que Ahmadineyad se desplazó para darse uno de sus habituales baños de masas. Desde que llegara a la presidencia en 2005 ha combinado una intensa agenda internacional con una no menos completa interna de decenas de viajes a las provincias, el principal granero de sus votos, pero es la primera vez que se ve envuelto en un suceso de este tipo.
El primer medio en hacerse eco de la explosión fue la web conservadora Khabaronline, que informó del lanzamiento de «una granada de mano» contra el vehículo presidencial. Explotó «cerca del coche en el que viajaban los periodistas que cubrían el evento». Con el paso de las horas se convirtió en un simple «petardo» y, siguiendo la línea marcada por la oficina del presidente, se restó importancia al suceso. Como destacaba 'The National', diario de Emiratos Árabes Unidos, otras agencias como Fars acentuaron la ambigüedad del suceso y decidieron usar desde el primer momento la palabra 'narenjak', que en farsi sirve para designar al mismo tiempo una granada de mano militar y un petardo casero.
Ni una palabra
Ahmadineyad habló ante su público en el campo de fútbol de Hamadán y no dijo ni una palabra sobre lo ocurrido. Fueron sus asesores los que se encargaron de ofrecer a los medios la versión oficial, que habla de «la explosión de un petardo a quinientos metros del vehículo presidencial». Su propia oficina, sin embargo, confirmó el arresto de una persona.
La agencia oficial IRNA, por su parte, acusó a los medios extranjeros de «remover las aguas» y argumentó que «los jóvenes iraníes hacen explotar petardos en señal de alegría durante celebraciones especiales, como la fiesta de Año Nuevo o al final de los partidos de fútbol». La cadena qatarí Al-Jasira citó a testigos presenciales que aseguraban que se trató de «un adolescente que lanzó un cohete». Otros medios árabes fueron más lejos y apuntaron hacia un ataque obra de Jondolá, el grupo independentista baluchi que en los últimos meses ha sido el más activo en su lucha contra las autoridades de Teherán.
Este suceso se produjo apenas 48 horas después de que Ahmadineyad acusara a Israel de intentar asesinarle en el transcurso de un reciente acto con estudiantes iraníes en el extranjero de vacaciones en Teherán. Los rumores sobre posibles ataques externos contra el líder teocrático comenzaron a sonar en 2008, cuando el presidente acusó a sus «enemigos» de haber planeado su muerte durante la visita oficial realizada a Irak en marzo. «De acuerdo con informes fiables de los servicios de inteligencia, tenían planes para secuestrar y matar a vuestro servidor. Pero, intencionadamente, hicimos cambios de última hora en nuestra agenda», aseguró durante una reunión de clérigos en la ciudad santa chií de Qom.
Radiación de alta intensidad
Ese mismo año, el ex embajador persa en Roma, Abolfazi Zohrevand, denunció que Ahmadineyad sufrió un atentado frustrado tras ser sometido a una «radiación de alta intensidad» durante el viaje que realizó a Roma para asistir a la cumbre de la FAO, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas.
Ha transcurrido más de un año desde las polémicas elecciones que llevaron a su reelección y el régimen ha conseguido sofocar por la fuerza la voz de los opositores que denunciaron la manipulación de los resultados. Cientos de presos políticos siguen en las cárceles, según denuncian las organizaciones humanitarias, y algunos de ellos han sido condenados a muerte por los que fueron los incidentes más graves desde la creación de la república islámica.
A los problemas políticos internos hay que sumar las nuevas sanciones impuestas por su negativa a congelar el plan nuclear. La insistencia de Teherán en su «derecho a un programa atómico con fines pacíficos» ha colmado la paciencia de socios habituales como China y Rusia, que dieron la espalda al régimen al votar a favor del endurecimiento del embargo que aísla cada vez más a Irán de Occidente. Ahmadineyad ya ha adelantado su intención de volver a sentarse en la mesa de negociación a partir de septiembre, pero no está clara la respuesta por parte de los miembros del Consejo de Seguridad.


Articulo:

El Diario Vasco.

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