lunes, 26 de abril de 2010

La derecha populista de Hungria arrasa en las legislativas.


La Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz) del ex primer ministro Viktor Orban, una formación opositora de centroderecha, consiguió ayer una abrumadora victoria en la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Hungría al alcanzar el control de los dos tercios del Parlamento unicameral del país centroeuropeo. El Mszp (socialista) de Attila Mesterházy, tras ocho años en el poder, sufrió una derrota histórica y la ultraderecha xenófoba representada por el Movimiento para una Hungría Mejor (Jobbik) de Gabor Vona se convirtió en tercera fuerza política.
Nada más conocer su triunfo, el futuro primer ministro prometió la reconstrucción del país y convertirlo de nuevo en una nación fuerte. Mientras, el presidente húngaro, Laszlo Solyom, anunció que el próximo gobierno se formará lo más pronto posible.
Según los datos oficiales, la derecha moderada y de corte populista alcanzó más del 56% de los sufragios (262 de los 386 escaños); los socialistas, que aplicaron una política económica neoliberal que desencadenó protestas populares, consiguieron el 20% (59 escaños) -frente al 43,2% en 2006- y la ultraderecha, que cuenta con el apoyo callejero de grupos paramilitares de una extrema violencia, el 17% (47 diputados). A la espera del voto de los húngaros en el extranjero, la cuarta fuerza sería el partido ecologista de izquierda LMP (16 escaños), mientras que las dos formaciones clave en la transición húngara, los liberales y el Foro Democrático, podrían quedar fuera del Parlamento.
Giro político
«Hungría se arrodilla ante la derecha», destacó el escritor Rudolf Ungváry en el periódico de izquierda Népszabadság, porque «la mayoría de populistas se ha alineado detrás del líder de Fidesz (Viktor Orban) esperando autoridad, orden y una postura paternalista del Estado».
A partir de ahora la derecha húngara tendrá suficiente margen de maniobra para gobernar sin ataduras y reformar la Constitución, pero algunos analistas no descartan que llegue a acuerdos puntuales con la extrema derecha. El espectacular avance de Jobbik -que multiplicó por ocho los votos conseguidos en 2006, y alcanzó casi el 15% de los sufragios en los comicios europeos del verano pasado- fue interpretado con preocupación por muchos comentaristas políticos.
Jobbik es un partido extremista, racista y antisemita que tiene una fuerte influencia social en capas obreras y populares machacadas por la crisis. Uno de sus objetivos es «expulsar del Parlamento a los poscomunistas y los liberales extremistas» y acabar con «la criminalidad gitana», según la dirigente Krisztina Morvai.
Hungría es uno de los 27 países de la UE más golpeados por la crisis y ha tenido que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La economía se contractó el 6,7% en 2009, el paro supera el 10% de la población activa y tres de los 10 millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza.

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